Si bien en nuestra sociedad existe un estigma en cuanto a deber dinero, y que siempre se busca en lo más posible no tener deudas, hay que dejar en claro algo. Una cosa es pedir “por pedir” (valga la redundancia) y otra muy diferente solicitar un préstamo o crédito para reinvertirlo en algo productivo.
Es mucho lo que está en juego, y no solo debemos mirar a nuestro alrededor, sino más allá. Sin embargo, esto no debe atemorizarnos en modo alguno. Si hacemos las cosas bien, tendremos grandes beneficios a la larga. En especial si el capital que obtenemos lo reinvertimos de forma responsable, con una clara visión a futuro.
De esta manera, queda claro que con un “techo” de endeudamiento acorde a nuestros cálculos y expectativas, podemos tener un crecimiento estable desde el punto de vista económico. Todo es cosa de que encontremos un equilibrio en nuestras finanzas y no haya afectación alguna para nuestro patrimonio.
Nunca está de más “apretarse” un poco el cinturón, si sembramos a conciencia las semillas del futuro. Sin embargo, y como lo sabe cualquier campesino, no solo debemos hacer eso, sino cuidarlas de la forma más atenta posible. Esto es vigilando a conciencia que las cosas funcionen de la forma que queremos y despejando cualquier posible “nubarrón” en el horizonte.
Endeudarse no es malo si se hace con responsabilidad. Viendo las cosas desde la correcta perspectiva, es una puerta abierta a nuevas oportunidades. Solo es cosa de aplicarlo en la justa dimensión y después de evaluar todos los riesgos. Como se dice en los negocios, “el que no arriesga, no gana”.